El futuro es de los jóvenes. Un eslogan con el que políticos y empresarios tratan de ganarse para su causa a las nuevas generaciones. Pero en la música, cada vez más, son los adolescentes quienes se adueñan del presente. Mientras la piratería merma los ingresos de bandas consagradas hace tiempo, estrellas que no alcanzan la edad requerida para votar amasan grandes fortunas merced a la devoción de unos fans ávidos de consumir cuanto objeto relacionado con sus ídolos contemplan sus ojos.
Si en años pasados eran los componentes de Tokio Hotel o los Jonas Brothers quienes provocaban el griterío a cada paso que daban, ahora son Justin Bieber o Selena Gomez quienes concitan todas las miradas.
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